domingo, 13 de mayo de 2012

¿Se puede modificar una conducta?


¿Se puede modificar una conducta?

Juan es una niño de 3 años que cuando llega al colegio llora, grita y patalea sistemáticamente por una excesiva "ansiedad por separación" de sus padres.

¿Se puede modificar este comportamiento?

Cuando un niño nace, no sabe jugar, estudiar, pensar, querer a los demás, prestar atención, hablar… Todas estas habilidades y conductas y la inmensa mayoría de las que un niño manifiesta las va aprendiendo a lo largo de los días y los años. Los padres, maestros y otras personas de la comunidad intervenimos de manera decisiva en ese largo y complejo  aprendizaje

Las rabietas, agresiones, peleas, miedos, timidez, desobediencia, problemas con las comidas... y la mayoría de los problemas de conducta que los niños presentan durante el desarrollo de su personalidad también los aprenden, no nacen con ellos. Y también en ese aprendizaje intervenimos activamente nosotros.
Jugar, pensar, tener miedo…y la mayoría de lo que un niño hace, piensa y siente son conductas aprendidas. Para comprender a los niños, prevenir sus dificultades y ayudarles a resolver sus problemas es importante, pues, que sepamos explicar cómo aprenden sus conductas y sus problemas de conducta y cómo cambian y desarrollan su modo de comportarse.

¿Cómo?

1. Retirar la atención. Un procedimiento muy eficaz para reducir o eliminar los problemas cotidianos de conducta de los niños es ignorarlos, no a los niños, sino a los niños cuando se comportan de manera inadecuada, es decir, eliminar la consecuencia (atención) que hasta ahora su conducta inadecuada había tenido. Cuando retiramos la atención a esas conductas (mirando hacia otra parte, marchándonos a otro lugar…), el niño comprueba que comportándose de ese modo ya no obtiene  la recompensa de nuestra atención. Recordemos que sermonear, gritar, poner cara de desaprobación mirando al niño, etc.… son modos de prestar atención y, por tanto, de reforzar conductas que no deseamos. Este procedimiento requiere tener mucha paciencia y autocontrol por parte del adulto; persistir en ignorar mientras que dura el comportamiento es algo costoso, pero no imposible ; si lo hacemos comprobaremos como puede ser que en un primer momento la conducta inadecuada , por ejemplo, llorar o insistir en que le compremos algo, aumenta; el niño intenta por todos los modos que esa conducta siga siendo eficaz para conseguir su objetivo , que le cojamos al brazo o que al final le compremos lo que quiere; pero si nosotros nos mantenemos firmes haciendo extinción, no solo en ese momento se callará…sino que aprenderá para el fututo que esa conducta ya no va seguida de esa consecuencia que el obtenía en el pasado , que eso ya no funcionan, por lo que , ante una nueva situación, no sólo no la llevará a cabo sino que intentará realizar alguna otra que sea más eficaz…pedirnos por favor, sin llorar, sin tirarse al suelo, que le subamos al brazo, y aprenderá a que no siempre que se va a hacer la compra hay que comprarle “algo”. A posponer el refuerzo.
2. Prestar atención a conductas positivas y contrarias a las no deseadas. A fin de que la técnica de ignorar las conductas no deseadas resulte mucho más eficaz es muy conveniente reforzar, prestando atención, las conductas positivas. Es decir, debemos estar atentos en  pillar y reforzar a nuestros hijos y alumnos cuando muestren conductas positivas o contrarias a aquellas que queremos eliminar. Debemos hacer esto sin añadir reproches o comentarios sobre la conducta inadecuada como cuando decimos: “Hoy estás muy bien si no fuera por lo que me haces sufrir a veces…”
Haz una lista de varias conductas positivas y competentes que realiza, durante el día, tu hijo o alumno y trata de dedicar, a partir de hoy, más tiempo a pillarle en ellas y a reforzarlas más bien que atender a las conductas inadecuadas. Los resultados pueden ser sorprendentes.
3. Retirar otras recompensas. En ocasiones será conveniente el suprimir ciertos acontecimientos agradables (ver la TV, tener la puerta abierta a la hora de acostarse, etc.) si el niño manifiesta conductas inadecuadas. Todo ello debemos hacerlo de un modo tranquilo, sereno y sin muchas palabras. También es conveniente poner en práctica la sugerencia nº 2.
4. Tiempo-fuera o aislamiento. Hay  muchas situaciones en las que es difícil ignorar la conducta del niño, bien porque “el prestar” o “no prestar atención” no depende de nosotros (atención de otros niños, hermanos o adultos) o bien porque existe la necesidad de su interrupción inmediata (por ejemplo: agresión a otro niño). En estos casos puede ser muy útil el sacar al niño de la situación donde muestra su conducta inadecuada y trasladarle a un lugar donde no exista la posibilidad de obtener reforzamiento. Para que este procedimiento sea eficaz es necesario seguir una serie de reglas:
El lugar al que se traslade al niño no debe ser amenazante para él, pero si aislado y aburrido .Si le llevamos a su habitación y allí puede ponerse a jugar, el “tiempo-fuera” puede resultar ineficaz. Del mismo modo, si le sacamos de la clase al pasillo y allí está una hora jugando con otro alumno a las canicas y al mismo tiempo puede evitar con eso las “molestias” que la clase supone (atender, hacer las tareas, que te pregunten), no habremos adelantado nada.
El traslado debe hacerse inmediatamente después de que ocurra la conducta inadecuada. No se trata de descargar un momento de enfado nuestro, no es una venganza. Por esta razón debe hacerse con calma y firmeza, pero sin gritos ni agresión y anunciando el objetivo y el tiempo que durará (“cuando dejes de gritar y estar tranquilo, podrás salir y volverás con nosotros a cenar”).
Es normal que al principio el niño proteste, se enfade, e incluso llore mientras está en el lugar donde le hayamos trasladado, cuando eso es así no debemos sacarle de la habitación, no debemos interrumpir el tiempo-fuera hasta que cesen esos comportamientos inadecuados.
¿Cuánto tiempo debe durar ese tiempo fuera? Hay una regla: tres minutos por año que tenga el niño. A este procedimiento también se le llama “período de reflexión”, un tiempo para pensar por qué no debemos comportarte de manera inadecuada, valorar las ventajas de comportarse de manera adecuada. Aunque esto sea así, debemos tener cuidado y no tener como objetivo el que el niño al salir del tiempo fuera sea capaz de razonarnos perfectamente las respuestas de esas preguntas. Dependiendo de la edad seremos nosotros mismos los que verbalicemos en voz alta las respuestas. Lo más  importante va a ser el cambio en su comportamiento.

María Navas Garrido
1ºB Grado de Maestro en Educación Infantil
Profesor: Daniel Rodríguez Arenas
Asignatura: El proceso educativo en la etapa infantil

No hay comentarios:

Publicar un comentario